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Innovar desde las personas

Innovación. Esta palabra es tal vez la más utilizada en los últimos años en el mundo de los negocios. Cada vez es más común encontrarla en las declaraciones de misión, visión y como parte fundamental de los valores corporativos de cualquier tipo de empresa o negocio.

Pero, ¿conocemos realmente qué es y qué se requiere para innovar?

Un reporte de la firma consultora McKensey (McKensey, 2008) basado en las respuesta de mas de 1400 ejecutivos alrededor del mundo reveló:

  • Los ejecutivos de alto nivel mencionan la Innovación como un mecanismo de crecimiento importante, sin embargo pocos lo manejan o lideran explícitamente.
  • Los CEO se declaran frustrados con sus esfuerzos para sacar adelante las iniciativas de innovación.
  • Existe un descontento general con los resultados de los esfuerzos de innovación.
  • Copiar o replicar “las mejores” practicas de innovación es usualmente ineficiente.

 

Por otra parte, es interesante ver en este mismo estudio que el 94% de los ejecutivos entrevistados respondieron que las Personas y la Cultura organizacional son el principal motor para la innovación.

Entonces, si es tan clara la necesidad de innovar y aparentemente tan obvia la relación entre Innovación, Personas y Cultura, ¿por qué aún son tan pocas las empresas que van mas allá de las lluvias de ideas o del desarrollo de productos para materializar la innovación?

Y es que innovar, al igual que crear cultura no ocurre de la noche a la mañana. No se da por "accidente," se diseña. La Cultura es algo tan profundo y tan determinante que no es de extrañar que el nuevo paradigma de la innovación sea crear Culturas de Innovación y es en este enfoque donde cobra cada vez mayor relevancia la participación de las áreas de Gestión Humana y el foco en las personas.

Más allá de los procesos, las metodologías o los sistemas de gestión, el ideal es instalar en las personas que conforman una empresa (o un país) los valores, comportamientos, creencias y actitudes que manifiesten la innovación como algo natural. ¿Podría hablarse de cómo innovar “desde adentro”? Y es que, si no soy capaz de observarme y encontrar oportunidades de innovar /transformarme a mi mismo, ¿cómo puedo aspirar a transformar/innovar en mi entorno?

Un nuevo conjunto de habilidades y herramientas

¿Se aprende a innovar? Durante mucho tiempo las conversaciones dentro de las empresas han girado en torno a si determinada persona, cargo e incluso área es o debe ser creativa y/o innovadora y a cuales son las habilidades y comportamientos que las definen como tal. Bajo la óptica más tradicional identificamos dos mundos que requieren habilidades (personales y de equipo) diferentes:

El mundo de generar ideas: Donde se busca habilidad y capacidad de retar el status quo, observar, imaginar, explorar e idear.

El mundo de Generar resultados: Pasar de la Idea a la Acción, donde se requiere foco, orientación al logro y sobre todo resilencia.

Una mirada un poco menos común es la de Otto Scharmer (Scharmer, 2007) quien nos invita a revisar “los punto ciegos” desde los cuales operamos y cómo afectan nuestra capacidad de liderar e innovar: “La calidad de la fuente (estado interno de la persona) determina la calidad del resultado (innovación/ generación de valor)”. Se requiere desarrollar nuevas habilidades como la capacidad para desacelerar y entender, cultivar la atención profunda y la conciencia.

Este enfoque requiere un trabajo más profundo de conocimiento personal, el cual, aunque continúa aprovechando las capacidades racionales y de ideación, nos invita a trabajar desde el Propósito y a aprovechar la integridad del ser humano: corazón, emoción y sensación.

Fuentes:

  • The McKinsey Quarterly. (2008). Leadership and Innovation (Vol. 1).
  • Scharmer, Otto. (2007). Leading from the Future as It Emerges.

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