Existe muchísima teoría acerca de innovación, cada vez más metodologías, herramientas y mejoras a los procesos, tal vez con el ánimo de sistematizar y tratar de hacer “reproducible” y replicable lo que por naturaleza es incierto. Y es que en gran medida esto es necesario, en especial para las empresas pequeñas, medianas o grandes que saben que necesitan innovar no sólo para crecer y mantenerse relevantes sino incluso para sobrevivir.
Durante muchos años he estudiado, aplicado y vivido los “cómo” innovar, cómo lograr resultados innovadores; Y entre más metodologías y herramientas conozco me doy cuenta que se requiere algo más. He entendido que no es suficiente abordar la innovación como un proceso “desde la cabeza”, (ya sea de manera racional y estructurada o creativa e imaginativa), pues es una mirada parcial y limitada, y en cambio es necesario y beneficioso evolucionar la forma como se entiende la innovación hacia un enfoque más holístico en el que se reconozca que la innovación inicia desde “adentro” de las personas: ¿Cómo pretender cambiar el entorno, crear algo nuevo y de valor, si no somos capaces de cambiarnos y re-crearnos a nosotros mismos?
LA EVOLUCION DEL ENTENDIMIENTO PERSONAL EN LA INNOVACIÓN
Desde mi punto de vista, recogiendo un poco lo que he visto y he vivido en diferentes contextos donde se habla y se trabaja en innovación, identifico cuatro etapas de evolución, si se pueden llamar así, del rol que las personas (y por consiguiente las empresas) adoptan frente a la innovación:
1. “DOER” (Hacedor)
El entendimiento de la innovación del DOER nace del “flechazo” de la palabra innovación, aquí la persona se ha dado cuenta que, a su alrededor se habla del tema y por lo tanto quiere “hacer”. Por lo general quien se encuentra en este nivel (persona o empresa) no tiene una definición clara, interiorizada y propia de lo que significa innovación y por lo tanto no es consiente de cómo genera valor.
Este perfil podría compararse con el del inventor solitario de años atrás, pues quiere crear nuevas cosas, desde su nivel de conocimiento actual, sin preocuparse mucho por a quien le genera valor lo que puede crear. Este enfoque suelo encontrarlo (aunque no necesariamente limitado) en profesionales (y empresas) de perfil técnico, quienes tienen un conocimiento especifico, un “saber hacer”, que les permite crear/producir cosas.
En algún momento, hace ya muchos años pasé por ahí, pues como Ingeniera Química “sabía y podía” crear cosas (Productos) y a mi alrededor la familia y los amigos me decían con frecuencia: “hagamos algo” , “un shampoo, una crema, un jugo”… y eso sumado al poco y casi nulo enfoque hacia el mercado y el consumidor que recibí durante mis estudios de pregrado, parecía tener sentido. Afortunadamente, muy rápidamente inicié mi carrera profesional en una compañía totalmente enfocada en el consumidor y entendí que, no por “poder” técnicamente hacer algo (un producto, por ejemplo) significaba que era suficiente para innovar. Desafortunadamente, hoy en día sigo viendo los mismos vacíos en muchos profesionales (y empresas) que quieren “innovar” (y/o emprender).
El perfil del DOER genera mucho valor y es indispensable en los equipos de trabajo multidisciplinarios; proporciona un “polo a tierra” de lo que es posible (técnicamente), su aporte se potencia cuando reconoce un ¿por qué? y un ¿para quién? en su quehacer y no se limita por los paradigmas de su expertise.
2. “THINKER” (Pensador)
Este nivel de entendimiento de la innovación es muy necesario dentro de cualquier iniciativa de innovación, sin embargo considero que esta sobre-estimado actualmente. Durante mucho tiempo y en muchos escenarios se ha creado casi un culto a “los creativos” y a las ideas y no a la implementación y a la generación de valor.
La innovación es real cuando se genera valor: al usuario, a la empresa, a la sociedad y por supuesto esto es posible cuando se toma acción decidida y no solo cuando se piensa (o se generan ideas).
Nada tiene de malo tener un perfil más orientado hacia la generación de ideas y no tanto a implementarlas, de hecho el trabajo en equipos multifuncionales reconoce la necesidad y potencia que significa tener diferentes perfiles y habilidades. Sin embargo, he visto cómo el rol del “Pensador” o “Ideador” se tiende a valorar como el más importante para innovar, creando fricciones innecesarias dentro de los equipos de trabajo que quieren innovar.
Hace mucho tiempo aprendí que “una idea no vale nada si no eres capaz de hacerla realidad” y sumado a esto, que las ideas parten del conocimiento. Muchos estudios relevantes sobre creatividad, afirman que “se requiere conocimiento suficiente en un campo para poder contribuir y avanzar en el mismo”*. Esto anteriormente significaba años de estudio y experiencia en un campo. Hoy, no se requieren muchos años para adquirir el conocimiento y para innovar; prueba de ello es Jack Andraka** y su desarrollo de un método de testeo para el Cáncer, pero definitivamente sí es necesario el conocimiento y la implementación para innovar, no solo las ideas.
En el ámbito empresarial, es muy común la práctica de crear bancos de ideas, y por tanto premiar la generación de las mismas. He visto como una y otra vez, estas iniciativas crecen en numero de ideas que incluso se valorizan, sin embargo en muchos casos son ideas sin foco en la generación de valor y por lo general no están enmarcadas dentro de una estrategia de crecimiento clara, en general ideas que nunca llegan a ser realidad.
Por supuesto la cantidad de ideas generadas es importante y siempre es mayor que la cantidad de ideas/conceptos que se convierten en proyectos y que se concretan, y el perfil del “Thinker” (Pensador, Ideador) es fundamental. Lo que no es sano en un equipo de trabajo que quiere innovar, es adoptar la posición de “ya di las ideas…otros implementan”.
Ser un ideador, no es ser un innovador.
3. SUPER DOER (Competidor)
En el siguiente nivel de evolución se encuentra el SUPER DOER: Una persona (o empresa) orientada al logro y que ve la innovación como un medio para alcanzar los objetivos del negocio.
Las personas en este nivel de entendimiento de la innovación saben que, para realmente innovar es necesario “hacer” no solo idear y su forma de abordar la innovación es mucho más estructurada, por eso le confieren mucho peso a las herramientas y metodologías que ayudan a innovar, pues su mentalidad de logro busca también la eficiencia y esto significa de alguna manera hacer de la innovación un proceso replicable y reproducible.
El foco de la generación de valor en este nivel esta principalmente en la generación de valor económico para la empresa y se reconoce que, para llegar a ello debe generarse también valor (funcional, emocional o social) para el usuario (cliente, consumidor).
Al perfil del Super Doer le importan los resultados, le interesa ganar, por lo que puede ser difícil conciliar el “deseo” de innovar (que por lo general conlleva resultados de mediano o largo plazo), con la consecución de resultados de corto plazo haciendo mas de lo mismo o lo que ya se sabe hacer. Las personas (y empresas) en este nivel de entendimiento de la innovación pueden, ya sea quedar atrapadas en los “cómos”, buscando constantemente la “ultima” metodología o herramienta que ayude a innovar o caer en un enfoque de innovación incremental, haciendo apuestas seguras que proporcionen resultados aceptables año tras año.
El perfil del Super Doer, (tanto empresa como persona) debe estar atento a no caer en la “trampa” que querer cada vez lograr mas con menos, pues si bien es cierto que las restricciones son fundamentales a la hora innovar, también es necesario proporcionar el espacio, el tiempo y los recursos para hacerlo; como lo veíamos en los niveles anteriores no es “hacer por hacer” ni sólo generar ideas, y como veremos en el siguiente nivel, es posible ir más allá, generar valor en otros niveles y desde un espacio personal más completo y profundo.
4. CONSCIOUS DOER (Catalizador)
Las grandes innovaciones transforman la forma de hacer las cosas, no sólo desde el punto de vista de una industria y del negocio, sino que en un aspecto más profundo cambia los comportamientos y actitudes de grandes porcentajes de la sociedad.
El nivel de entendimiento de la innovación del Conscious Doer se fundamenta en ver las posibilidades de transformación y evolución que crea la innovación. En este nivel no se persigue la innovación “per se”, más bien se persigue un propósito de transformación con objetivos no solo de negocio sino de aporte a la sociedad en conjunto.
Las personas (y empresas) que se encuentran en este nivel poseen una visión sistémica de la generación de valor, entendiendo que una verdadera innovación no puede crear valor por un lado y destruirlo por otro; por ejemplo no debería crearse valor económico a expensas del valor ambiental o social o en todo caso los costos (y los precios) deberían reflejarlo.
El Conscious Doer opera desde un nivel de entendimiento que no es solo intelectual, es una persona que es capaz de integrar emociones, sensaciones e intuición; esto requiere un mayor nivel de conocimiento propio y de liderazgo personal, así como tener claridad de visión sobre los caminos que deben recorrerse para vivir el propósito que lo inspira y para evolucionar.
El entendimiento de la innovación en este nivel va más allá de aprender procesos, herramientas y metodologías. Por supuesto se reconoce su utilidad, sin embargo se abordan de manera más integrada, entendiendo lo que subyace y es común a todas ellas, por eso las personas en este nivel son capaces de usar, mezclar y construir con diferentes metodologías***
En este nivel se ha entendido también que, querer constantemente “hacer más” y vivir en constante competencia no necesariamente genera valor y en ese sentido la persona es un “Catalizador” capaz de acelerar y desacelerar, observar y observarse, inspirar y acompañar, pues es consiente del impacto de sus pensamientos, emociones y acciones.
Las empresas en este nivel han entendido que la innovación no sucede por azar ni de la noche a la mañana y cuentan con la fortaleza suficiente para pensar y actuar en el mediano y largo plazo, lo cual es condición necesaria si se espera lograr innovaciones radicales o disruptivas.
Encontrarse como persona y empresa en un nivel u otro no es bueno o malo en si mismo, y los niveles más altos contienen a su vez un poco de cada uno de los niveles anteriores, por eso a propósito he querido no ilustrar con ejemplos de empresas con las que colaboro en cada nivel, pues cada una se encuentra en su camino de aprendizaje y evolución y en el futuro serán diferentes a lo que son hoy.
Mi interés con este articulo es ofrecer un punto de vista y mi experiencia sobre como he visto evolucionar el entendimiento de la innovación y espero sea una guía que contribuya a la reflexión personal y organizacional. Para mi, dedicar experiencia, conocimiento y capacidad para innovar y ayudar a otros a innovar es un camino de conocimiento responsable y personal y de decidir desde qué nivel pretende cada cual, persona y organización, contribuir a la generación de valor.
* The Nature of Creativity Robert J. Sternberg. Creativity Research Journal 2006, Vol. 18, No. 1, 87–98
** Jack Andraka: https://www.ted.com/talks/jack_andraka_a_promising_test_for_pancreatic_cancer_from_a_teenager
*** Metodologías: https://isense.com.co/resumen-de-metodologias-de-innovacion/